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jess66 |
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Almas gemelas: El precio de ser homosexual en Somalia
© afrol News
afrol News - Como joven homosexual, Ali Abdulle lee mucho. Principalmente lee novelas, según nos cuenta. El concepto de almas gemela parecía ser un pensamiento siempre presente en el género en el que estaba interesado, novelas de amor. Abdulle, sin embargo, no creía realmente en él.
A la edad de diez años, su familia tuvo que mudarse. La decisión fue dura para la familia que vivió durante casi veinte años en la vecindad de la que se estaba mudando. "Recuerdo que madre lloró", cuenta Abdulle. "Era muy duro dejar a todos nuestros amigos y vecinos".
El nuevo vecindario era lo que se esperaba que fuera; nuevo. La familia tuvo que empezar de cero. Aquí es donde Ismail Sakariye, que entonces tenía once años, entra en la historia. La familia de Abdulle se mudó a una casa cercana a la de Sakariye. Ambos niños iban naturalmente al mismo colegio. Se hicieron amigos.
Nos hicimos amigos bastante rápido, recuerda Sakariye. "Nunca he hecho amigos tan rápido. Simplemente teníamos más en común de lo que ninguno de los dos pudo anticipar". Los chicos descubrieron que les gustaban y disgustaban las mismas cosas. Pero lo que realmente los unía, recuerda Abdulle, era su desagrado común hacia los deportes.
Un año después de conocerse, los chicos tuvieron una noche sexo "accidentalmente". "Sólo estábamos jugando y simplemente pasó", comenta Sakariye. Bueno, pasó y pasó y pasó. Durante tres años más, los chicos mantuvieron relaciones sexuales de forma regular. En Somalia, de donde procede la pareja, no es inusual que los chicos mantengan relaciones sexuales. Lo que es poco común, sin embargo, es que los "experimentos" sexuales de los chicos superen la edad en la que normalmente se terminan.
Con 16 y 17 años, los chicos seguían manteniendo relaciones sexuales. "Después de cierto tiempo, no podía imaginarme vivir sin él". Declara Abdulle. El amor había llamado a sus puertas.
Enamorarse de un hombre cuando se espera que te cases con una mujer es un gran problema, sobre todo para ti. A la edad de dieciocho años, la familia de Sakariye le propuso que se casara con una prima lejana. El joven estaba abrumado y confesó a la familia que era homosexual.
Se abrieron las puertas del infierno: su familia estaba compuesta por musulmanes suníes y creían que los actos homosexuales son algo que con toda seguridad te condena a una vida en el infierno en el otro mundo. "Oh, estaban tan enfadados. Mi padre estaba completamente rabioso y corría con un cuchillo en la mano", señala Sakariye. "Era mucho peor de lo que yo pensaba que sería. Era una locura. Ni siquiera puedo empezar a contarles como todos parecían estar a punto de explotar".
Aunque Sakariye no delató a su amante, la pareja se vio forzada a enfrentarse a la situación. "Estaba muy enamorado de él", comenta Abdulle. "De ninguna manera iba a ver como le mataban. Teníamos que hacer algo". E hicieron algo.
Se escaparon juntos a otra ciudad. "Ali vino a mi dormitorio una madrugada llevando una maleta" recuerda Sakariye, riéndose por la escena. "Recuerdo que le mire y le pregunté, ¿A dónde vas?' y me dijo 'vamos a Shalaamboot'." Shalaamboot, a cerca de 70 millas al sur de Mogadiscio, era una ciudad tolerante, según le habían dicho a la pareja. Era su única esperanza de estar juntos.
Su ciudad soñada se convirtió en un feo agujero cuando la pareja aprendió que era peor estar allí que en Mogadiscio. "Después de llegar a la ciudad, encontramos a esta mujer a la que estábamos buscando. Nos alojó en su casa y era muy amable", recuerda Abdulle, quien estaba emparentado con la mujer. "Luego se fue tranquilamente a la ciudad. Cuando regresó, lo hizo con un grupo de hombres vestidos con ropas de mujer".
¿Drag Queens? Eh, no exactamente. En algunas partes de Somalia, se espera que los hombres homosexuales se queden en el armario o vistan ropas de mujer. "Por supuesto, la elección estaba clara". declara Sakariye. "Les dijimos que entonces nos quedaríamos en el armario".
Un nuevo mundo era posible para la pareja. Estaban en una ciudad donde tenían la elección de quedarse en el armario. "Realmente no nos importaba salir del armario siempre y cuando estuviéramos juntos", afirma Abdulle. "No podríamos haber pedido una situación mejor. En Somalia. Juntos. Seguros. Todo lo que nunca habíamos pensado era posible después de que Ismail se confesara".
La pareja, sin embargo, se sorprendió cuando supieron que los nativos no estaban felices con su decisión. Éstos – no todos eran homosexuales – decidieron boicotear a la pareja. Empezó con su amable anfitriona echándoles de su casa. Luego no pudieron si quiera encontrar un lugar para alquilar o un trabajo. Tuvieron que vivir con una mujer compasiva, secretamente.
Siguieron semanas de agonía y miedo. La pareja se quedaba sin dinero, que se agotaba cuando las tiendas se negaban incluso a venderles sus productos y se veían obligados a comer en restaurantes. "Sólo teníamos dinero para sobrevivir una semana o dos", comenta Sakariye. "Nos asustaba no tener si quiera lo suficiente como para volver a Hamar [Mogadiscio]". De repente, la ciudad "tolerante" se había convertido en la peor pesadilla de los muchachos.
Era el momento de reconsiderar las cosas. "Propuse que nos fuéramos a otra ciudad", recuerda Abdulle, que era contrario a la idea de considerar si quiera tener que travestirse. "Estaba abierto a todo menos tener que convertirme en una drag queen. Le dije a Ismail que prefería morir".
El amor lo conquista todo, un concepto omnipresente en los libros que leía Abdulle, era cada vez menos cierto. "Estaban matando nuestros pensamientos, nuestras almas", comenta Sakariye. "Pensé que deberíamos reconsiderar su oferta. Era la única elección". Los ancianos de la ciudad le hicieron una oferta a la pareja. La oferta, vivir en al ciudad y ser admitidos siempre y cuando hicieran cambios en su atuendo, algo que le parecía inadmisible a Abdulle.
Ismail me ayudó a ver que podíamos vencerles en su propio juego, señala Abdulle, quien después de cierto tiempo decidió aceptar el plan de Sakariye de cambiar de ropaje mientras la pareja no lo hiciera en la intimidad de su casa. "Entonces nos presentamos ante ellos y les dijimos que aceptábamos su oferta". De forma bastante extraña, la prohibición desapareció y la pareja dispuso de trabajo y de una casa de alquiler.
La pareja aguzó el ingenio. Trabajaban juntos la mitad del día y permanecían juntos la otra mitad del día. Mientras estaban juntos, se vestían como hombres. "No tienes idea de lo mucho que significa llevar unos vaqueros en esa situación", declara Abdulle, riendo. "Empezaba a desvestirme desde que mi ojo percibía el primer destello de la casa. Simplemente, no puedes esperar".
¿Por qué todo este galimatías a cerca de la ropa? Muchos somalíes creen que los homosexuales están imitando a las mujeres, según nos confía la pareja. "Es su forma de hacernos pagar por ser homosexuales", comenta Sakariye. "Te inventas todas estas creencias para castigar a la gente con las que no estás de acuerdo. Es como decir 'jódete por ser un maricón'".
Cuando comenzó la Guerra civil en 1991, la pareja dejó de travestirse y emigró a la vecina Kenya. "Creo que somos los únicos que agradecemos la guerra civil", apunta Sakariye, quien reconoce que está bromeando. "Estaba tan contento de poder abandonar el país. Vivíamos en una mala situación allí".
Una vez en Kenya, pidieron asilo como refugiados. Tres años después de su petición, llegaron a América. "No sabíamos que podías pedir asilo allí por ser gay", declara Abdulle, riendo. "Si hubiéramos sabido eso, habríamos venido antes, incluso cuando Somalia estaba bien. Pero ahora estamos aquí y eso es todo lo que importa".
Ahora, lejos de todo eso en una tierra donde se les dice 'se todo lo que puedas ser', Abdulle cree de todo corazón que Sakariye es su alma gemela. Se da cuenta de que la vida puede llevarte al bienestar desde lo que parece una situación impensable. "Ese primer movimiento fue duro para mí, pero me trajo el amor", comenta Abdulle. "Esa guerra civil nos llevó al infierno de tener que ser refugiados, pero nos trajo la libertad". El universo funciona de forma muy misteriosa. Bueno, al menos para esta pareja.
By Afdhere Jama, para afrol News
© afrol News
afrol News - Como joven homosexual, Ali Abdulle lee mucho. Principalmente lee novelas, según nos cuenta. El concepto de almas gemela parecía ser un pensamiento siempre presente en el género en el que estaba interesado, novelas de amor. Abdulle, sin embargo, no creía realmente en él.
A la edad de diez años, su familia tuvo que mudarse. La decisión fue dura para la familia que vivió durante casi veinte años en la vecindad de la que se estaba mudando. "Recuerdo que madre lloró", cuenta Abdulle. "Era muy duro dejar a todos nuestros amigos y vecinos".
El nuevo vecindario era lo que se esperaba que fuera; nuevo. La familia tuvo que empezar de cero. Aquí es donde Ismail Sakariye, que entonces tenía once años, entra en la historia. La familia de Abdulle se mudó a una casa cercana a la de Sakariye. Ambos niños iban naturalmente al mismo colegio. Se hicieron amigos.
Nos hicimos amigos bastante rápido, recuerda Sakariye. "Nunca he hecho amigos tan rápido. Simplemente teníamos más en común de lo que ninguno de los dos pudo anticipar". Los chicos descubrieron que les gustaban y disgustaban las mismas cosas. Pero lo que realmente los unía, recuerda Abdulle, era su desagrado común hacia los deportes.
Un año después de conocerse, los chicos tuvieron una noche sexo "accidentalmente". "Sólo estábamos jugando y simplemente pasó", comenta Sakariye. Bueno, pasó y pasó y pasó. Durante tres años más, los chicos mantuvieron relaciones sexuales de forma regular. En Somalia, de donde procede la pareja, no es inusual que los chicos mantengan relaciones sexuales. Lo que es poco común, sin embargo, es que los "experimentos" sexuales de los chicos superen la edad en la que normalmente se terminan.
Con 16 y 17 años, los chicos seguían manteniendo relaciones sexuales. "Después de cierto tiempo, no podía imaginarme vivir sin él". Declara Abdulle. El amor había llamado a sus puertas.
Enamorarse de un hombre cuando se espera que te cases con una mujer es un gran problema, sobre todo para ti. A la edad de dieciocho años, la familia de Sakariye le propuso que se casara con una prima lejana. El joven estaba abrumado y confesó a la familia que era homosexual.
Se abrieron las puertas del infierno: su familia estaba compuesta por musulmanes suníes y creían que los actos homosexuales son algo que con toda seguridad te condena a una vida en el infierno en el otro mundo. "Oh, estaban tan enfadados. Mi padre estaba completamente rabioso y corría con un cuchillo en la mano", señala Sakariye. "Era mucho peor de lo que yo pensaba que sería. Era una locura. Ni siquiera puedo empezar a contarles como todos parecían estar a punto de explotar".
Aunque Sakariye no delató a su amante, la pareja se vio forzada a enfrentarse a la situación. "Estaba muy enamorado de él", comenta Abdulle. "De ninguna manera iba a ver como le mataban. Teníamos que hacer algo". E hicieron algo.
Se escaparon juntos a otra ciudad. "Ali vino a mi dormitorio una madrugada llevando una maleta" recuerda Sakariye, riéndose por la escena. "Recuerdo que le mire y le pregunté, ¿A dónde vas?' y me dijo 'vamos a Shalaamboot'." Shalaamboot, a cerca de 70 millas al sur de Mogadiscio, era una ciudad tolerante, según le habían dicho a la pareja. Era su única esperanza de estar juntos.
Su ciudad soñada se convirtió en un feo agujero cuando la pareja aprendió que era peor estar allí que en Mogadiscio. "Después de llegar a la ciudad, encontramos a esta mujer a la que estábamos buscando. Nos alojó en su casa y era muy amable", recuerda Abdulle, quien estaba emparentado con la mujer. "Luego se fue tranquilamente a la ciudad. Cuando regresó, lo hizo con un grupo de hombres vestidos con ropas de mujer".
¿Drag Queens? Eh, no exactamente. En algunas partes de Somalia, se espera que los hombres homosexuales se queden en el armario o vistan ropas de mujer. "Por supuesto, la elección estaba clara". declara Sakariye. "Les dijimos que entonces nos quedaríamos en el armario".
Un nuevo mundo era posible para la pareja. Estaban en una ciudad donde tenían la elección de quedarse en el armario. "Realmente no nos importaba salir del armario siempre y cuando estuviéramos juntos", afirma Abdulle. "No podríamos haber pedido una situación mejor. En Somalia. Juntos. Seguros. Todo lo que nunca habíamos pensado era posible después de que Ismail se confesara".
La pareja, sin embargo, se sorprendió cuando supieron que los nativos no estaban felices con su decisión. Éstos – no todos eran homosexuales – decidieron boicotear a la pareja. Empezó con su amable anfitriona echándoles de su casa. Luego no pudieron si quiera encontrar un lugar para alquilar o un trabajo. Tuvieron que vivir con una mujer compasiva, secretamente.
Siguieron semanas de agonía y miedo. La pareja se quedaba sin dinero, que se agotaba cuando las tiendas se negaban incluso a venderles sus productos y se veían obligados a comer en restaurantes. "Sólo teníamos dinero para sobrevivir una semana o dos", comenta Sakariye. "Nos asustaba no tener si quiera lo suficiente como para volver a Hamar [Mogadiscio]". De repente, la ciudad "tolerante" se había convertido en la peor pesadilla de los muchachos.
Era el momento de reconsiderar las cosas. "Propuse que nos fuéramos a otra ciudad", recuerda Abdulle, que era contrario a la idea de considerar si quiera tener que travestirse. "Estaba abierto a todo menos tener que convertirme en una drag queen. Le dije a Ismail que prefería morir".
El amor lo conquista todo, un concepto omnipresente en los libros que leía Abdulle, era cada vez menos cierto. "Estaban matando nuestros pensamientos, nuestras almas", comenta Sakariye. "Pensé que deberíamos reconsiderar su oferta. Era la única elección". Los ancianos de la ciudad le hicieron una oferta a la pareja. La oferta, vivir en al ciudad y ser admitidos siempre y cuando hicieran cambios en su atuendo, algo que le parecía inadmisible a Abdulle.
Ismail me ayudó a ver que podíamos vencerles en su propio juego, señala Abdulle, quien después de cierto tiempo decidió aceptar el plan de Sakariye de cambiar de ropaje mientras la pareja no lo hiciera en la intimidad de su casa. "Entonces nos presentamos ante ellos y les dijimos que aceptábamos su oferta". De forma bastante extraña, la prohibición desapareció y la pareja dispuso de trabajo y de una casa de alquiler.
La pareja aguzó el ingenio. Trabajaban juntos la mitad del día y permanecían juntos la otra mitad del día. Mientras estaban juntos, se vestían como hombres. "No tienes idea de lo mucho que significa llevar unos vaqueros en esa situación", declara Abdulle, riendo. "Empezaba a desvestirme desde que mi ojo percibía el primer destello de la casa. Simplemente, no puedes esperar".
¿Por qué todo este galimatías a cerca de la ropa? Muchos somalíes creen que los homosexuales están imitando a las mujeres, según nos confía la pareja. "Es su forma de hacernos pagar por ser homosexuales", comenta Sakariye. "Te inventas todas estas creencias para castigar a la gente con las que no estás de acuerdo. Es como decir 'jódete por ser un maricón'".
Cuando comenzó la Guerra civil en 1991, la pareja dejó de travestirse y emigró a la vecina Kenya. "Creo que somos los únicos que agradecemos la guerra civil", apunta Sakariye, quien reconoce que está bromeando. "Estaba tan contento de poder abandonar el país. Vivíamos en una mala situación allí".
Una vez en Kenya, pidieron asilo como refugiados. Tres años después de su petición, llegaron a América. "No sabíamos que podías pedir asilo allí por ser gay", declara Abdulle, riendo. "Si hubiéramos sabido eso, habríamos venido antes, incluso cuando Somalia estaba bien. Pero ahora estamos aquí y eso es todo lo que importa".
Ahora, lejos de todo eso en una tierra donde se les dice 'se todo lo que puedas ser', Abdulle cree de todo corazón que Sakariye es su alma gemela. Se da cuenta de que la vida puede llevarte al bienestar desde lo que parece una situación impensable. "Ese primer movimiento fue duro para mí, pero me trajo el amor", comenta Abdulle. "Esa guerra civil nos llevó al infierno de tener que ser refugiados, pero nos trajo la libertad". El universo funciona de forma muy misteriosa. Bueno, al menos para esta pareja.
By Afdhere Jama, para afrol News
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